Violencia sexual digital, el enemigo tras el anonimato
Karen Rojas | Es una forma de violencia relativamente reciente.

Violencia sexual digital, el enemigo tras el anonimato

Agosto 17, 2019

Inició con algo casual como aceptar una solicitud de amistad de su profesor en Facebook. María Luisa, estudiante universitaria, aceptó y se desbordaron los likes sobre su muro. Fotos, publicaciones y comentarios habían sido revisados por su tutor académico.

Lo que para María Luisa fue el principio de una situación “incómoda” y más tarde una amenaza, hoy se tipifica como ciberacoso, y Puebla es el segundo estado a nivel nacional que registra mayor número de casos por algún tipo de violencia digital.

En 2017, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) consultó a la población entre 12 y 59 años sobre situaciones de acoso o ataque a través de plataformas electrónicas, y, a diferencia de lo que se cree, el mayor número de víctimas son hombres y no mujeres.

Este estudio reveló que 21.4 por ciento de hombres en Puebla afirmó haber sido víctima de algún tipo de violencia digital, contra 16.9 por ciento de mujeres, pero el tipo de agresión es distinta.

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Según el Módulo sobre Ciberacoso (Mociba), se consigna que 40.8 por ciento de hombres fue violentado con mensajes ofensivos a través de algún dispositivo electrónico, contra 39.5 por ciento que acusan las mujeres; sin embargo, son las mujeres quienes recibieron más propuestas o insinuaciones sexuales, burlas sobre su aspecto físico y a quienes les enviaron, sin su consentimiento, contenido sexual a través de teléfonos o redes sociales.

El tipo de agresión que distingue la violencia digital dirigida contra hombres y mujeres tiene una mayor evolución hacia el delito en el caso de las mujeres, pues en el caso de María Fernanda, el acoso nunca se zanjó, a pesar de que al detectar que su profesor la acosaba y ella lo bloqueó de sus distintas cuentas en redes sociales, él la siguió buscando a través de una cuenta con identidad falsa.

“Un día recibí la solicitud de amistad de otra persona ajena a mi círculo social y lo acepté, pero cuando comencé a conversar con él, descubrí que era mi profesor que me había acosado anteriormente. Fue entonces cuando sentí miedo,” contó a El Popular, diario imparcial de Puebla.

La situación empeoró cuando su maestro pasó del ciberacoso a un acoso directo. “Él (su agresor) ya no me estaba dando clases en ese momento, pero me empezó a invitar; le dije que no y que ya no quería que me molestara, pero insistía. Hubo un momento en que al salir de la escuela, él estaba afuera, y me dijo que quería salir; me dio miedo, porque seguía insistiendo.”

Al llegar a este punto, María Luisa acudió con los directivos de la escuela para denunciar a su acosador, y recibió señalamientos por presuntamente “exagerar” las cosas.

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Aunque el estudio del Inegi revela un diagnóstico sobre la violencia digital en México desde el 2017, en Puebla el delito de ciberacoso fue aprobado por el Congreso del Estado el 13 de marzo de este mismo año.

Con esta medida que prohíbe en Puebla ejercer algún tipo de presión o acoso a mujeres que compartan fotos íntimas, y que además adiciona mayor rigor de sanción cuando la víctima sea menor de edad, no existe registro en ninguna institución pública sobre la divulgación de este problema, sus causas y el trámite legal al que se tiene derecho.

 

Si no sabes que existe, no puedes denunciarla

La falta de legislaciones y la impunidad en México permiten la existencia de casos de violencia contra la mujer, y con la llegada de la tecnología ésta ha migrado a espacios virtuales, donde la mujer sigue siendo agredida, afirman Organizaciones No Gubernamentales.

Esta forma de violencia es relativamente nueva comparada con otras, de ahí que su tipificación como delito no se dé aún en todos los estados de la República; son organizaciones feministas principalmente las que luchan por visibilizar su gravedad.

La violencia digital es la que se comete a través de los espacios digitales: internet, teléfonos móviles, redes sociales, correo electrónico y cualquier dispositivo que daña la dignidad y la vida privada de las personas; sin embargo, afecta más a mujeres.

Incluye la difusión de contenido íntimo sin consentimiento, o también llamada pornovenganza, así como el robo de imágenes con fines de acoso, extorsión (sextorsión) o de comercio sexual.

El material puede ser obtenido tanto con el consentimiento de la persona que aparece en ellos, por ejemplo en una relación de pareja; o sin que se dé cuenta, como ser grabadas en baños públicos o hasta en la calle al tomarles fotografías por debajo de las faldas.

Este tipo de delitos tienen una naturaleza complicada, debido al anonimato y a la dificultad de verlo como algo real debido a la subjetividad del mundo digital, en el que cualquiera puede crear una o varias cuentas y compartir contenidos de todo tipo.

De acuerdo con el sitio Defensoras Digitales, las víctimas sufren graves daños psicológicos y emocionales; además de afectaciones en su entorno familiar, social, laboral y escolar, tanto por el hecho mismo como por la revictimización al momento de levantar una denuncia, por la desestimación a la que se enfrentan.


El primer caso de acoso

Como estudiante era brillante y una excelente oradora, lo que la llevó a participar en concursos de debate a nivel internacional. Sin embargo, su vida cambió a los 18 años, cuando su pareja compartió un video sexual que rápidamente se hizo viral, incluso en páginas de pornografía.

No pasó mucho tiempo para que fuera señalada, criticada y víctima de burlas y extorsiones. El acoso fue tanto que intentó suicidarse más de una vez. Dos años le costó superar la depresión. Se trata de Olimpia Coral Melo, originaria de Huauchinango, Puebla, gracias a quien existe ahora la Ley Olimpia, con la cual se castiga a quien comparta imágenes, videos o audios con contenido sexual sin el consentimiento de los involucrados.

Ahora es activista y fundó el Frente Nacional para la Sororidad y el sitio Defensoras Digitales, con el objetivo de visibilizar la violencia digital.

La iniciativa llegó al Congreso poblano el año pasado, y en marzo de 2019 se aprobó una reforma al Código Penal del Estado, para castigar hasta con cinco años de prisión el delito de ciberacoso.


Con información de Rakel HOYOS