La primera música es la palabra: Raúl Dorra
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La primera música es la palabra: Raúl Dorra

Marzo 05, 2016
Redacción  Indagar para descubrir y crear para comunicar, dos facetas de su vida, inseparables e ineludibles. Sin duda, para el maestro Raúl Dorra Zech la literatura es un acto de fe y la primera música es la palabra. Novelista, estudioso de la palabra, traductor, especialista en semiótica y profesor universitario, con un espíritu de análisis y crítica, así podría definirse a Raúl Dorra. Un hombre ante todo sencillo, pero reconocido por su amplia trayectoria. Reflexivo, de caminar y hablar pausado, sin preocupación por el paso del tiempo y sus efectos. Nació en San Pedro de Jujuy, en Argentina, pero reside en México desde 1976, año cuando se incorporó a la BUAP, donde se desempeña como docente e investigador. En el año de 1998 fundó el Programa de Semiótica y Estudios de la Significación, relativamente pequeño con sólo cinco investigadores y varios colaboradores. Entusiastas, en 1999 crearon Tópicos del Seminario, publicación registrada en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y en otros índices de excelencia como Latindex, un sistema de información sobre las revistas de investigación científica, técnico-profesionales, de divulgación científica y cultural que se editan en los países de América Latina, el Caribe, España y Portugal. En sus muchas investigaciones personales, Raúl Dorra indaga en los procesos fónico-fonológicos, en las transformaciones semánticas y en los fenómenos sintácticos del verso, así como en la distribución espacial de las grafías sobre la página. La literatura, el género verbal más desarrollado y rico, sigue siendo para los estudiosos del discurso un objeto de estudio privilegiado; para Raúl Dorra, además, un alimento del alma. Desde niño siempre se interesó por el estudio de la lengua y la poesía, de ahí nació su vocación de literato, para transmitir realidades afectivas individuales y sociales, así como para construir una imagen del mundo y de las relaciones humanas. Las reuniones con amigos, donde la literatura era la protagonista de sentimientos y emociones entregadas, terminaron por marcar su vocación y finalmente se rindió ante ella. ¿O será que se internó en una bohemia de juventud, donde la música y la poesía se entrelazaban? “Tuve suerte de estudiar lo que me gusta y de que ahora me paguen por ello”, expresa con una sonrisa en el rostro. Escribir no es una actividad simple, es combinar el sentimiento con la inteligencia. “Para mí es una necesidad personal, darle forma a las experiencias con palabras”, señala, por eso me reconozco como escritor antes que nada. -¿Qué desea transmitir al lector? -Sonará un poco egoísta y hasta soberbio, pero mi interés primordial es encontrar la manera de moldear mis experiencias en las hojas de papel, es decir, convertir mis emociones en palabras y hacerlo estéticamente, con trabajo y estilo, sin pensar en que eso me hará famoso o algo así. Si alguien entiende esa búsqueda se sentirá implicado en ella, hará su papel como lector. La literatura es un acto de fe, de ahí que el lenguaje sea también enigmático. En éstos, transforma a otros escritores en personajes para plasmar algo nuevo y verlos desde otra perspectiva. De gustos antiguos Una copa de vino y un libro son los compañeros de una tarde perfecta. Los poemas no pueden faltar, están siempre porque, como dicen, “la poesía no sirve para nada, pero no se puede vivir sin ella”. En cuestión de música, prefiere aquella de pocos instrumentos y voces, en lugar de grandes orquestas, sobre todo porque tiene un oído muy sensible que no tolera los excesos del sonido. Los silencios valen más que los sonidos, cuando se trata de encontrarse a uno mismo. “Soy una persona de gustos antiguos”, asevera, a la par de indicar que la primera música para él es la palabra. Prefiere escuchar cómo hablan y entonan las personas. Conversaciones, su mejor parte del día. Obtuvo la medalla “Gabino Barreda” por la UNAM, insignia otorgada a los alumnos destacados por su trayectoria y dedicación. En la máxima casa de estudios en Puebla fue profesor en el Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL); en el Centro de Ciencias del Lenguaje, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSyH) y actualmente en el Doctorado en Literatura Hispanoamericana de la FFyL. Un hombre admirable, un caballero de los que casi no hay, por quien los años no pasan. De un humor y alegría sin igual. El doctor Raúl Dorra Zech valora la amistad y la visión social, porque “la riqueza está en el sabor que tienen las cosas. Ojalá la vida fuera para todos este saboreo”.