Carrington, una mirada surrealista
HOMENAJE A LEONORA CARRINGTON

Carrington, una mirada surrealista

Abril 06, 2015
Las obras de la artista del siglo 20 son una búsqueda incesante entre la realidad femenina, el destierro y la identidad mexicana Redacción HOMENAJE A LEONORA CARRINGTONLeonora Carrington, una de las artistas más audaces del siglo 20, nació el 6 de abril de 1917, en South Lancaster, Inglaterra. Leonora expresó a través del surrealismo los universos constantes de un periodo entre guerras y la llegada a México para nunca volver a la nación británica, la cual la vio nacer y donde aprendió de las escuelas de arte a tomar su propio pincel y abrirse camino. La personalidad de Carrington, relatan sus biógrafos, siempre fue desafiante. Rechazó el destino que le estaba preparado por su propia condición social, que no era otro más que ser dama de alta sociedad, pero con un espíritu aventurero fue expulsada de las mejores escuelas católicas. Además, ante la férrea oposición de su padre de convertirse en pintora, pues consideraba que las carreras artísticas eran exclusivas para la clase baja y homosexuales, sólo encontró el apoyo necesario a través de su madre para concluir sus estudios en la Chelsea School of Art de Londres. Primeros trabajos Carrington conoció en 1937 al pintor alemán Max Ernst. Él sería su maestro para ingresar al mundo surrealista. Ambos emprendieron huidas constantes debido a la ocupación nazi en Francia, donde Leonora estudiaba en Ozenfant, y sitio donde tuvo contacto con varios personajes del movimiento surrealista como André Bretón, Pablo Picasso, Deux Magots y Salvador Dalí. En 1938 expone una serie de cuentos titulada “La casa del miedo” y participa junto con Max Ernst en la Exposición Internacional de Surrealismo en París y Ámsterdam. Dos amantes que no podían serlo La influencia de Max Ernst en la vida y obra de Leonora Carrington fue trascendental. Ella tenía 20 años cuando lo conoció y él tenía 47, sin embargo, ya contaba con fama de ser un genio surrealista. Cabe señalar que Ernst estaba casado y el padre de Leonora siempre estuvo en contra de su relación. Sin embargo, ambos se reunieron en 1938 en el poblado de Saint-Martin-d’Ardèche, París, en una casa de campo. El tiempo mostró otras intenciones para los amantes pues sólo permanecieron juntos un año, ya que en septiembre de 1939, Max Ernst fue declarado enemigo del régimen de Vichy, por lo que fue detenido. Leonora sufrió una desestabilización emocional y la invasión nazi contribuyó a que ambos se alejaran. Además, su estado emocional ocasionó que su padre la internara en un hospital psiquiátrico en Santander, España. Esta época influyó en su obra de manera decisiva. En 1941 escapa del hospital y arriba a la ciudad de Lisboa, donde encuentra refugio en la embajada de México. Nunca más pudo estar con Ernts, por lo que el adiós fue definitivo. Llegada a México Tras llegar a refugiarse en México, el escritor Renato Leduc también le auxilia y ambos emigran a Nueva York. Contrajo nupcias con Leduc pero el matrimonio sólo dura breve tiempo, pues se divorcian en 1943. Ya establecida en la nación mexicana, Carrington dio rienda suelta a su pincel y estableció relaciones con la pintora Remedios Varo, Benjamín Péret, Alice Rahon, Luis Buñuel, Wolfgang Paalen y Octavio Paz. Contribuciones La primera exhibición de Carrington se realizó en 1947 en la Galería “Pierre Matisse” de Nueva York. Con el paso de los años, a Leonora se le reconoció su contribución al arte mexicano del siglo 20 no sólo en las artes plásticas sino también en el mundo literario y de las artes escénicas, incluso su trabajo también ha sido impulsor en el movimiento feminista. Parte de su obra se exhibe en el Museo Nacional de Antropología de Chiapas, con el mural “El mundo mágico de los mayas”, de 1963. Los críticos han elogiado la magia y misticismo que bañan la obra de Carrington, así como el manejo de temas como la alquimia, la hechicería, la ciencia y la tecnología. Fue el 25 de mayo de 2011 cuando las pinturas de una mente imaginativa y cargada de ilusiones permanecieron mudas y perdieron parte de sus colores. La muerte de Leonora Carrington inmutó al arte mexicano que retomó su obra para convertirla en herencia universal.