Rosas con poco aroma

Agosto 06, 2019
El estandarte lo pusieron alto en Teziutlán el año pasado.


Me refiero a la feria taurina 2018. Toros bravos y con trapío contrató la empresa Alma Taurina de los hermanos Llarena. La empresa la llamó la Feria del Toro; el maestro José Antonio Luna remató definiendo a aquellas ganaderías tlaxcaltecas como la bravísima trinidad.

Este año la expectación fue grande por saber si se continuaría con la misma línea de trapío y de bravura.

Supongo que la intención está vigente, nuevamente se le llamó al serial, la feria del toro.

Se anunciaron tres festejos, dos de ochos toros. Montar corridas de ocho, no sólo es pesado para los aficionados, también es un problema para los ganaderos.

El primer festejo se realizó el pasado domingo en la plaza El Pinal de Teziutlán. El encierro de Rosas Viejas fue disparejo de trapío. Dos de los ocho no tuvieron la presencia a que nos había acostumbrado la empresa poblana, otro salió una cornamenta capacha y gacha. Uno más parecía enfermo, creo que el quinto, se trataba de un toro, se le notaba la edad en el escroto, pero de pronto embestía con emotividad, luego huía y para colmo le daba por toser.

Básicamente el asunto fue que no tuvieron bravura, sin ese condimento no hay fiesta brava.

Particularmente lo que más atraía del cartel a algunos aficionados fue el encierro propiedad del ganadero Fernando Topete, cuyos toros pacen en Jalisco, concretamente en Encarnación de Díaz. La dehesa fue fundada en 1947 y lidia como Rosas Viejas desde 1990.

Se sabía de algunos triunfos de los toros de la dehesa como lo del pasado mes de junio en La Florecita con aquel toro para Antonio Mendoza y algunos otros logros.

Además, la mejor referencia de bravura es que es los divos extranjeros no lidian Rosas Viejas, situación que hace pensar que se trata de una dehesa que no le ha echado agua al vino.

Pero ni hablar, así es este asunto. Lo que se lidió en Teziutlán no tuvo bravura.

Así es difícil emocionar. Los toreros estuvieron empeñosos, sobre todo Leo Valadez. Angelino, Ocaña y José Mari Macías, cumplieron

Tampoco crea usted que fue un encierro borreguno, dos o tres tenían su guasa, no fueron hermanas de la caridad.

Hubo algunos “rejoneadores de a pie”, batallaron las infanterías: Jorge Guerrero, Alfonso Tapia, Roberto Galindo. También la buena brega de Gerardo Angelino, Gustavo Campos. Algunos toros se pasaron con dos banderillas, no dos pares, dos palos. De cubrir el tercio completo mejor ni hablamos.

Salvo el puyazo al que abrió plaza, los demás fueron leves. Un par de toros empujaron en la reunión, pero en general la suerte de varas fue breve. Uno de los factores fundamentales para medir la bravura es la forma en que los toros van al caballo. El encierro de Rosas Viejas no peleó.

No es el caso de Rosas Viejas, es evidente que a algunos ganaderos ya no les interesa la suerte de varas, la ven como algo innecesario, indeseable, pero son esos dueños de ganadería que no tienen amor ni respeto a la tauromaquia, su objetivo es ganar dinero con animalitos de cuerda, de control remoto, que permita a los toreros dar pases como si torearan de salón que no emociona a nadie aunque los que narran se desgañiten diciendo que eso es el toreo moderno.

¡Paparruchas!

El juez de Plaza se fajó no soltando orejas sin ton ni son. Qué mal se ven los mulilleros pidiendo la oreja, la labor de mendicidad no engrandece a nadie. ¿Se ganarán algún dinero por hacerlo o sólo les gusta quedar bien con alguien?

Donde se la pasó la mano al Juez Manuel Ballesteros fue a la hora de premiar a los toros, concedió un par de arrastre lento, totalmente fuera de cacho.

El próximo domingo se lidia Begoña, ojalá cambie el panorama, porque el domingo pasado las rosas con poco aroma.

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