Tarde de ilusiones

Octubre 01, 2019

Gratísima tarde dieron en Tlaxcala siete chavales que anhelan ser toreros.

Cada uno salió al ruedo a lidiar una becerra, con sus recursos, conocimientos, su propia personalidad; con sus ganas y miedos; unos mejor que otros, pero todos con la esperanza de ser toreros.

Alejandro Moreno Castellita, Sebastián Benítez, Cristóbal Arenas El Maletilla, Emilio Ruiz, Yeudiel Sandoval El Mago, Marco Peláez y Luis Ángel Aguayo El Niño de la Morenita fueron los causantes de tan agradable festival. En ese orden actuaron, sortearon los lugares.

Imaginémoslos la noche anterior al sábado 28 de septiembre.

Intranquilos, dando vueltas en la cama sin conciliar el sueño, la mente volaba. De pronto se sentirían temerosos, con miedo a un percance, a un petardo. Esas imágenes eran sustituidas inmediatamente. Preferían mirarse en hombros de los aficionados al salir de la plaza, tal vez recibiendo la alternativa y compartir la salida en volandas con el diestro que admiran, o mejor aún, salir solos después de darle un jabón.

Los siete partieron plaza con pureza de mente y alma, saben que el único rival en el ruedo es el toro. Aún desconocen la realidad actual, la mala forma en que se lleva la fiesta encabezada por la tauromafia que tanto daño hace a la fiesta. Los chavales a lo suyo, a jugársela, a hacer realidad sus sueños.

Se lidiaron becerras de la dehesa de Olivares que resultaron buenas, algunas muy buenas. No hubo suerte de varas, se colocaron dos pares de palitroques, los actuantes simularon con la mano la suerte de matar. Las banderillas fueron elaboradas para que cayeran casi inmediatamente. Mención para el novillero Rafael Soriano quien estuvo bregando y auxiliando las veces que fueron necesarias, siempre con discreción, sin dejarse ver.

Desconozco las edades exactas de los toreros, fluctuarán entre los 10 y los 13 0 14 años. Las becerras propias para la edad de ellos. Debe dejarse claro que torear no es un juego y ninguno salió a jugar. Desde el tendido es posible que se vean chicas, pero ponerse frente a las vacas, torearlas y dejar los pies plantados en la arena, requiere mucho valor.

Cierto que no pueden llevarse una cornada profunda, pero los chavales sí pueden tener un rayón, un golpe, una fractura o una voltereta que puede provocar una caída de funestas consecuencias. De verdad se la juegan los chavales.

Hubo debutantes, evidentemente la experiencia de los actuantes se aprecia en el desempeño. Cada aficionado hará sus conjeturas: éste si va a llegar, éste no. Nadie predice el futuro. Cuando el mismísimo Manolete era novillero alguien le dijo que cambiara de profesión porque no tenía futuro como torero.

Castellita y El Maletilla, ambos hidalguenses, están muy puestos, saben torear, lo hacen muy bien, actúan con cierta frecuencia. El Maletilla se vistió a la usanza andaluz campera en un auto estacionado frente a la plaza. Hay que economizar.

Sebastián Benítez (Cd. Juárez) y Emilio Ruiz (Querétaro), bien en su labor. Yeudiel Sandoval El Mago (Tlaxcala), se entregó a la hora de simular la muerte, tiró la muleta, se llevó una voltereta sin consecuencias.

Marco Peláez de Tetla, volvió a lucirse tal como el 16 de septiembre pasado en el mismo albero. Éste se siente torero, le dije a Benjamín Alducin, un taurino tlaxcalteca y juez de callejón en sus años mozos. ¡Es torero!, fue la respuesta.

Cerró plaza El Niño de la Morenita, de Atltzayanca, un chico vestido a la usanza charra campera, con un sombrero más grande que su cuerpo, pero no más que su corazón. Cuajó algunos muletazos muy toreros, despatarrado, corriendo la mano con hondura, con sentimiento; a veces remataba con largos pases de pecho poniéndose ungüento de toro.

Alguien les dio orejas de plástico; simbólicas, le dicen. Francamente de mal gusto, supongo que para la foto. Los chavales deben tener muy claro que para pasear las orejas las deben cortar, que solamente se las cortan a toros que hayan matado. Los toreros se ven falsos y grotescos con premios de reses que no mataron.

Toreros y aficionados disfrutamos. Créame, fue una tarde de ilusiones.

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